lunes, 12 de octubre de 2015

Cronica Madrid Ultra Trail 2015 - Lesmes (176Km 8900 D+)





Todo empezó un día a finales de verano, entrenando por la Sierra de la Puebla con Carlos y Joaquín que iban a correr la ultra de Madrid. Por aquel entonces sólo tenía en mente correr la Madrid Segovia de 100km. Al terminar el entrenamiento me quedé pensando y me dije: “si éstos se atreven a hacerla, ¿por qué yo no?, para una gran ultra que se hace a las puertas de mi casa…”. Así que al día siguiente pregunté en el foro si alguien no la pensaba correr y Antonio me contestó que le coincidía con el campeonato de España de pesca submarina. Así que arreglamos los papeles y ¡ahí que fuimos!

sábado, 31 de enero de 2015

Primera etapa de #40picosCAM

Nuestro reto deportivo y solidario para este año 2015 lo hemos llamado #40picosCAM. Con él pretendemos ascender a las 40 cumbres más altas de la Comunidad de Madrid como medio de difusión y recaudación de fondos para la ONG Childhood Smile.



Aquí puedes ver un resumen de la primera cima










martes, 11 de noviembre de 2014

Camino de Santiago 2014

Para finalizar el año nos planteamos hacer el Camino de Santiago desde Sarria en tres etapas. Aquí podéis ver algunas de las imágenes que Lesmes fue grabando.





Oscar Fernández

viernes, 7 de noviembre de 2014

Cuanto más quiero, más puedo



Esta afirmación debería tatuármela porque cada vez que me lo digo, más me reafirmo en la idea de que el motor de nuestro cuerpo no es el corazón o los músculos; es nuestra cabeza. Todo se decide, se rige, se gestiona desde ahí. Ese trozo de materia gris, tan desconocido para unos, tan poco usado por otros, tan desaprovechado en la mayoría de las ocasiones, es el verdadero tesoro del ser humano. Porque si no, de otra forma, no tendría explicación la cantidad de veces que te pueden soltar un revés y tú -el cerebro- procesarlo, gestionarlo, y volver al ataque, con más empuje y decisión si cabe.

Y es que la gran lección de este pasado fin de semana ha sido para mi: ‘confía cada vez más en tu cabeza que lo demás vendrá por añadidura’. Es así. Una verdad como una catedral. Este pasado viernes a las doce de la noche nos daban el pistoletazo de salida en San Vicente de la Barquera (Cantabria) para afrontar una de las carreras de montaña más duras de la Península: el Desafío Cantabria. Noventa kilómetros por delante, en una noche calurosa, donde, además, superas un desnivel de más de seis mil metros y bajar otros cinco mil y pico. Todo en el imponente escenario de los Picos de Europa que por sí solos, acojonan y mucho. Lo de Fuente Dé es colosal.

Pero en esta ocasión, añado, todo fue mal desde el principio. Sufrí durante cuarenta y cuatro kilómetros unos dolores incesantes de estómago; vomité; las pilas de mi frontal fallaron; uno de los repuestos de pilas que llevaba no funcionaba; apenas si veía y encima, el terreno se complicaba con zonas donde algún corredor dejaba sus zapatillas enterradas en barro. En cada avituallamiento pensaba en dejarlo porque mi angustia, angustia literal, de esa que tira del ombligo y que te duele hasta la campanilla, me llevaba ahogado. Pudo con Iñaki, uno de los compañeros del equipo que cayó en el treinta y tres. Sin embargo, seguía corriendo.

El amanecer me pilló antes de llegar al avituallamiento del kilómetro cincuenta y tres y, tras una noche sin apenas tomar nada, iba completamente desfondado y con el firme propósito de dejarlo en ese punto kilométrico. Pero yo no sé qué pasa por este puta cabecita que en el cincuenta y tres, comí bien, bebí mejor y mi cuerpo, ése que había arrastrado hasta casi darle la vuelta literal soltándolo todo por la boca, decidió que las fatigas eran agua pasada y que empezaba otra carrera.

Y sin pensarlo llegué volando hasta las postrimerías de los últimos catorce kilómetros en los que me tenía que enfrentar al más de terrible de mis miedos: el vértigo. La bajada por el camino del teleférico de Fuente Dé es indescriptible. Son 750 metros de caída libre hasta el punto base. El vértigo tiene una particularidad y es que, si es muy fuerte -como me pasa a mí- te bloquea. De tal suerte que eres incapaz de hacer absolutamente nada. El pánico te deja hecho un trozo de madera inmóvil, perdiendo todo sentido de la realidad. Es una sensación aterradora.

Sin embargo, una vez más, he aprendido a engañar a mi propia cabeza (el trozo que gestiona ese miedo), o mejor, dicho, a mi vista que es la que te da la información de si estás a tres, treinta o trescientos metros de altura. Mi cerebro procesaba la fuerza de mis piernas, sabiendo, además, que las zapas en ese momento no pueden fallar y, acompañado por los bastones, todo era aplicar-fijar-clavar la mirada en el suelo, como un mulo de carga, y superar sin respirar uno de los parajes más increíblemente bellos que yo haya visto. De nuevo es mi cerebro el que rige, gestiona y resuelve la situación de tal manera que cuando estoy abajo del todo y miro por donde he bajado sigo sin dar crédito a lo  realizado, convirtiéndose ello en el mayor desnivel al que me haya enfrentado jamás con la necesaria obligación de salvarlo para llegar a algún sitio.

El resto hasta la meta en Espinama, por supuesto, ya se convirtió en una orgía de endorfinas que, junto a Pedro y Raúl, mis inseparables compañeros de Llévamepronto, celebramos al pasar la meta los tres cogidos de la mano, superando, una vez más, todas y cada una de las dificultades que la montaña nos había puesto. Raúl, al principio con el calor; Pedro, media carrera casi cojo y yo, a punto de que mi estómago explotara.

¿Para qué? Para no ganar nada, pero ganar mucho. Ganar superación, ganarle a tus límites, a tus miedos, a tus incertidumbres; a ganar segundos de intensidad viendo parajes indescriptibles; ganar en conocer el sonido de tu cuerpo, sus señales, sus altibajos, sus necesidades; ganar en conocerte y reconocerte, y lo más importante y brillante  de todo, ganar en trabajo para tu cerebro, en sacarle partido, rendimiento y que no te deje abandonado jamás.

Mi cerebro ahora es mi mejor aliado. Cada vez lo conozco –y me comunico con él- mucho mejor y eso me lleva a pensar que, superado un reto, vendrá otro y que, sin locuras, lo debo superar porque cuanto más quiero, más puedo. Es mi vida y quiero aprovecharla al máximo.

Fernando Ortega

domingo, 5 de octubre de 2014

De locura…

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Esta crónica realmente debería escribirla Rocío, aunque para estos relatos tan épicos casi mejor que te escriban la crónica en tercera persona. Así que ahí vamos…

sábado, 4 de octubre de 2014

Subida a Cabezas desde Cotos y bajada por la loma del noruego

Subida del equipo Llevamepronto a Cabezas desde Cotos y regreso por la Loma del noruego el 4 de Octubre de 2014.





Oscar Fernández

martes, 23 de septiembre de 2014

Crónica de Principiante. Madrid-Segovia 2014

Una tarde de esas  en las que cumplidos los planes y a punto de desconectar  alguien te hace una propuesta para participar en una carrera de ultrafondo no se olvida fácilmente. Pensé - ¿Yo? La máxima distancia que he entrenado han sido 30km y sólo he participado en una media maratón ¿podría terminar algo así? He empezado a entrenar en la montaña a finales del año pasado ¿No es pronto para algo como esto jugando con el paso de los años en mi contra?
Por el recorrido y dificultad me parecía accesible, aunque tenía serias dudas de mi capacidad para afrontar este reto porque no tengo grandes cualidades para correr; sin embargo me inscribí, decisión influenciada por la confianza que algunos de los componentes de Llévame Pronto depositaron en mis posibilidades de terminar la prueba.

Tan rápido pasó el verano, entrenando y sumando tiempo y kilómetros, que cuando me quise dar cuenta de dónde me había metido estaba en la línea de salida.IMG_343856810163178IMG_341192783083018

Con  cantidad de consejos de los más experimentados y los conocimientos previos en travesía no dejé nada a la improvisación; para ser la primera vez que participo en algo así he de reconocer que no me quedé corta con nada y tampoco me excedí.

Mi planteamiento para afrontar esta distancia es el de cubrir etapas;  no pienso en llegar a Segovia, pienso en llegar bien al siguiente control; el primero llega en nada, aunque el paisaje hasta él no fue de los más espectaculares, ir viendo corredores delante y detrás, sin embargo,  no deja que te sientas solo; sello la cartilla, cargo el agua y como algo de la fruta del avituallamiento. Para ese tramo ya se nota el cambio de color y se va viendo algún descenso; justo cuando el recorrido se vuelve cuesta arriba un corredor que a detrás de mí me pregunta - ¿Tú eres del Llévame Pronto? - ¡Si es que este Club hasta tiene simpatizantes!! Aún sabiendo que no dejaré demasiado alto el pabellón me hace ilusión que la camiseta se reconozca con tanta facilidad; saludos Dani devueltos desde aquí, tu "club" es el mejor que podía estar animándote.

Mis piernas se adaptan al ritmo trotón y aunque me gustaría poder ir más rápido sé que me espera mucho por delante y para mi preparación es más que suficiente divertirme  así.
        De repente La Pedriza se levanta con el Yelmo al frente con una escena espectacular de roca y luz . Sigo adelante. Sobre el kilómetro 40 una rodilla empieza a darme la lata y empiezo a notar los indicios de alguna ampolla en un pie. Nada más llegar al avituallamiento me pongo los parches antiampollas en ambos pies donde amenazaban con salir. Pero ya nada es igual, he pasado el umbral de la maratón por primera vez, mis ánimos están a mil, la motivación es más fuerte que en la salida aunque los pies ya me complican correr y andar.SAM_4173

    Paso el ecuador de la prueba caminando muy despacio y pido atención a Protección Civil donde me dicen que de momento sólo pueden ver una rozadura y que no pueden hacer nada más que embadurnarme el pie con vaselina.

Con bastante dolor en la zona de apoyo continúo tres kilómetros, dejando pasar a corredores a los que había adelantado anteriormente sin dificultad, el ritmo pasó de ser de entre 8 y 11 a 20, temo lo peor y de repente esa rozadura resultó ser una ampolla tan grande que el dolor no me dejaba ni pensar, pasa así, sin más, de un segundo para otro. Por un error de lectura de uno de los mapas de la organización pienso que el punto de control está cerca y avanzo cojeando un kilómetro y descubro que aún faltan otros 4 para llegar, mi objetivo mínimo lo había puesto en Cercedilla y la veo tan lejos que me entran ganas de llorar... Tardo en decidirme pero viendo a mi compañero esperar mi ritmo decido abandonar, aceptar que no puede serm con el orgullo tocado y la decepción hundiendo  la experiencia me paro.

A pesar de todo este suceso  volveré a participar en algún reto similar.

Los objetivos no han de cumplirse a costa de tu integridad física, ni sufriendo sin razón justificada o sin poder llegar a ninguna parte; me quedo así con la emoción de haber participado y llegado hasta donde pudo ser; 54 kilómetros que han establecido nuevas referencias y en los que he vuelto a concluir que esto es lo que me gusta, correr, sólo correr sin límites.

Debo dar las gracias al equipo de animadores y a este Club por acompañarme en este reto con sus experiencias, consejos y ánimos. Pero en especial  quiero felicitar a Rocío por ese 12º puesto en una prueba donde las féminas comienzan a destacar ¡Enhorabuena!

Ana DLI