domingo, 5 de octubre de 2014

De locura…

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Esta crónica realmente debería escribirla Rocío, aunque para estos relatos tan épicos casi mejor que te escriban la crónica en tercera persona. Así que ahí vamos…


Rocío siempre había destacado por su rapidez en distancias cortas, lo máximo que había llegado a competir eran 10K y, si la competencia no era muy grande, siempre conseguía rascar algún premio. Con este currículo había decido dar el salto a la ultradistancia, saltándose carreras intermedias, como la media o la maratón. Así que como regalo por nuestro décimo aniversario me sorprendió prometiéndome acompañarme en una de esas ultras que tanto me llenan.

El entrenamiento lo habíamos empezado allá por Junio, cierto es que no habíamos seguido la mitad de los kilómetros que nos decía el plan pero si habían caído 200 km en Agosto. En Septiembre, con la vuelta al trabajo, habíamos sacado 100 km a través de sendas tiradas de 30 km los domingos.

IMG-20140921-WA0099Así pues, por fin llegó el gran día. La misma noche nuestro pequeño Jaime se puso malo y hubo que llevarle de urgencias por una laringitis. Menos mal que respondió rápido a los aerosoles y a las 7 pudimos volver a casa, cogimos el tren y nos plantamos en Plaza Castilla. Allí estaban:  Ana, Carlos, Miguel Ángel, Antonio, Oscar, Rocío y yo. Todos del club llévamepronto que con tanta pasión lidera nuestro presidente: Óscar.

Salimos en la parte atrás, por Madrid tuvimos que ir adelantando bastantes andarines, pero ya cuando cruzamos la M40 y salimos a pistas de arena sólo quedábamos runners. Fuimos bastante vivos marcando el ritmo al grupo. Nos decían de ser cautos que eran muchos kilómetros. Yo tengo otra teoría, y es que las horas que pases de pie también suman al cansancio, así que mientras puedas moverte más o menos ágil tienes que hacerlo. En esta parte dar las gracias a Quique y a Abel que fueron nuestros primeros supporters madrugadores.

DSC_0457El primer avituallamiento lo hicimos en Tres Cantos. Fue muy rápido, apenas habíamos gastado un poco de líquido así que pronto salimos hacia Colmenar donde todavía llegamos bastante enteros a pesar de la fuerte subida del cementerio por donde se accede al pueblo. En Colmenar nos recibió Cuca con su pequeño que nos llenó de sonrisas. En el avituallamiento se nos unieron Antonio (como no) y Miguel Ángel, y juntos partimos hacía Manzanares.

FIMG_137112619212674ue al salir de Colmenar cuando pasamos la primera crisis, a partir del kilómetro 30 Rocío empezaba a tener problemas con el abductor que nos obligaba a andar cada poco. Le dimos réflex, hicimos estiramientos mientras seguíamos avanzando a duras penas.  Miguel Ángel nos había adelantado y le dije que cogiese las llaves del coche que dejamos en Segovia por si no éramos capaces de llegar. Realmente 30 km era la máxima distancia que había hecho Rocio y todo esto era nuevo. No obstante, además del abductor, Rocío tenía otro problema y es que con los nervios se le había cerrado el estómago. Realmente llevaba 30 km corriendo con el desayuno que ya se habría gastado hace tiempo. Poco a poco se forzó a ingerir geles y media barra energética de fresa. Esto fue suficiente para que se volviese a arriba y pronto retomamos nuestra marcheta de 6 minutos kilómetro.

IMG-20140921-WA0002Fuimos encontrando algún conocido por el camino que nos animó la marcha y con esta guisa llegamos a Manzanares, km 43. Llegando se oyó un fuerte grito al fondo: MOLIIII!!!. Efectivamente era Mariví que junto con Nando, Beatriz, Santi, Carmen, Ana y todos sus vástagos se habían pasado a animarnos. Allí estaba también Deidre con nuestros hijos. Estaban que no se lo creían al vernos haciendo semejante hazaña. A ver si pronto pueden unirse con nosotros en alguna excursión de estas.

Nando se aprestó rápido a rellenarnos los bidones de agua y demás ungüentos, así que tras las fotos tiramos hacia nuestra siguiente meta. En ese momento íbamos con un subidón tremendo con todos los ánimos que nos había dado. Pronto fuimos llegando a los avituallamientos de Mataelpino, la Barranca y Cercedilla.DSC_0458

Llegando a Cercedilla de nuevo otro grito; era Nacho que nos iba a acompañar en la parte final hasta el polideportivo donde nos esperaban Eva, Sagrario y las peques. Mucho habíamos oído hablar de la paella de Cercedilla, cierto es que buena, buena  tampoco estaba, pero me supo muy bien a pesar de no llevar ningún bicho. Unos 30 minutos invertimos en esta parada, tras los cuales cogimos ropa de abrigo y enfilamos el puerto de la Fuenfría. Según nuestros cálculos llegaríamos de día con lo cual nos daba un empujón más de optimismo.

Tenía dudas de cómo iba a reaccionar Rocío en la subida. En estas carreras es importante mantener un ritmo alto cuando toca andar pero Rocío me volvió a sorprender cuando el Endomondo me marcaba medias de menos de diez minutos el km. Es decir, que subíamos a 6 km y pico por hora (de tal palo tal astilla). A mitad del puerto nos encontramos con Cuca, de nuevo unos abrazos y más risas. Nos estuvo acompañando un rato, pero pronto bajó a ayudar a otros compañeros de llévame que iban con más problemas. Coronamos el puerto viendo atardecer, nos abrigamos, nos pusimos los frontales y empezamos la bajada.

Estuvimos corriendo durante 5 km a buen ritmo sin embargo cuando oscureció Rocío ya dijo que tocaba andar. Quedaban unos 15 km, pero íbamos muy bien frente al plan previsto, así que estábamos muy satisfechos aunque la última parte la hiciésemos andando. Estuvimos andando 4 km, hasta que nos adelantó un grupo donde había dos runners chicas, esto era un bajón extra porque perderíamos 2 posiciones que con tanto esfuerzo habíamos trabajado, así que Rocío dijo: ¡Venga, corremos!

Debía ser el km 89 y desde ahí hasta el final en el km 101 se desató la locura. Volvimos a correr y de qué manera. Eufóricos al ver que todavía teníamos fuerzas, empezamos a adelantar corredores. Yo me puse detrás de Rocío intentado echar más luz a la zona de su pisada, y en una de las bajadas vi como su pie se quedaba a un centímetro de pasar una roca que sobresalía en forma de punta. Intentó corregir con la otra pierna pero llegó tarde así que cayó en plancha deslizándose por la tierra como los futbolistas. Esto que en cualquier otro momento hubiese supuesto un buen rato en el suelo, echándome la bronca por llevarla hasta ahí, se convirtió en un: “No ha sido nada, seguimos”. La valoración de los raspones y la sacudida del polvo se hizo ya en plena marcha mientras dábamos caza al grupo que perseguíamos.

DSC_0465Así en mitad de esta vorágine llegamos al último avituallamiento en el km 92, allí preguntamos por Alvaro Niebla, compañero del llévamepronto que estaba de voluntario. Pegamos un par de gritos pero no le vimos; bueno en realidad sí que le vimos, era el que nos acababa de parar un coche para dejarnos paso un poco más arriba, cuando cruzamos la carretera de Riofrio. Con los frontales encendidos es muy difícil reconocernos. En este avituallamiento apenas paramos, estábamos exultantes y no necesitábamos mucho más. Segovia, coronada por su catedral, se divisaba ya a lo lejos.

Este último tramo lo recuerdo muy confuso, apenas ponían señalización más que la del propio camino de Santiago. Seguir el camino de Santiago de noche y corriendo os digo yo que es harto complicado. Mucha gente se perdió en el último tramo. Nosotros tuvimos suerte, vimos a un corredor que iba por un camino paralelo más pequeño y nos dijimos: este sabe lo que hace. Así que nos pusimos a su rueda. Nos llevó a ritmos de 5:40 hasta la entrada de Segovia, no queríamos perderle por nada del mundo. Todavía en este último tramo adelantamos a alguna chica más, esprintando en el momento del adelantamiento para no darles opción a coger rueda.

La llegada a Segovia, fue lo más grande, llevábamos la piel de gallina, la gente animando, gritándonos desde los balcones, indicándonos el camino por las callejuelas, hasta que por fin vimos la plaza del acueducto. Allí teníamos a Marta y a Ana animándonos entre la multitud de desconocidos. La llegada a meta fue el clímax; entramos de la mano y nos fundimos en un beso con el acueducto de fondo. Rocío rompió a llorar como una magdalena, contagiándonos al resto.



Ver video de la llegada, el beso y los lloros :-)




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El balance de esta primera carrera de ultra de Rocio ha sido de sobresaliente. 14h30 min, 12ª en la general, 8ª española, 8'30’’ de media. Simplemente espectacular... Cuando yo pensaba que el mundo del running me lo había dado ya casi todo, me doy cuenta que no es así. Tengo todavía una vida por explorar junto con Rocío y su recién descubierta afición. Ya veréis cuando sumemos al resto de familia.


Lesmes Molinero

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