martes, 9 de julio de 2013

Mi primera Ultra - GTP 110 2013 Gran Trail Peñalara

Todo empezó a principios de Julio. El presidente del Club Llévamepronto, Oscar, a través de whatsapp me comento que el dorsal de Joaquín se había quedado libre, que si lo quería y ahí lo dejó... Oscar sabía muy bien a quien mandaba el mensaje, porque aunque le dije que me lo pensaría, en realidad no había ninguna decisión que tomar; el destino había querido que este fantástico 2013 corriese mi primera Ultra.



Tenía tan solo un mes para prepararme y sabía que tenía que llegar con 3 cosas claras para poder acabarla: lesiones, piernas y cabeza

Lesiones. Empecé a correr con regularidad en Enero 2012 y siempre había sido el pupas. Corría el fin de semana y luego toda la semana con hielos y cojeando. Las lesiones recorrían todos los músculos y articulaciones, ¡lo que aprendí de anatomía!. Aun así, y siguiendo el consejo de mi compañero runner Daniel Pérez, nunca dejé de correr. Poco a poco me he ido fortaleciendo, hasta que este año completé la Maratón de Madrid y a partir de ahí mi vida cambió. Me convertí en otra persona, todo se recolocó y desde entonces soy un corredor de lo más fiable. Yo que me había pasado 40 años pensando que no podía correr por lesiones, resulta que Sí podía.  En cuanto a las ampollas y otros dolores de pie, al final no pude hacerme con mis primeras zapatillas de trail hasta 1 semana antes de la carrera. Me dió tiempo a hacer 2 salidas antes con mis Brooks Cascadia y éstas se habían comportado muy bien, pero no las tenía todas conmigo. Para mitigar este riesgo, dejé otros 2 pares de zapatillas de running en Rascafría y La Granja, aunque a la postre, las Cascadia se comportaron con mucha nobleza y aguantaron la prueba sobradamente.

Piernas. Este 2013 había sido el año de mi explosión runner: el año que bajé a 38min en un 10k, el año que completé 2 Medias y una Maratón. Fue el año que se cruzaron en mi camino los llévamepronto con los que el running había entrado por mis venas con muchísima fuerza. Cuando tomé la decisión, tenía 4 semanas para completar mi entrenamiento; me propuse hacer 80km a la semana, pero en esta carrera por la vida del trabajador con familia, sólo encontré tiempo para hacer 40km/semana y la mayoría completados antes de las 8:00 a.m. En cualquier caso, debería valer. Correr siempre se me ha dado bien; como decía Álvaro Niebla, soy un Brummel de las distintas cortas, aunque ahora tenía que verme con una ultra… Nunca antes había estado tan en forma y, aunque sabía que cada km no entrenado supondría sufrimiento extra, iba mentalizado y con mucha fuerza.

Cabeza. Aquí es donde yo partía con ventaja frente al resto de corredores. Seguramente no había en la competición ningún equipo tan compenetrado, con tan buen rollo, con tanta calidad humana como el de llévamepronto. Los 8 componentes restantes esparcidos a lo largo de la montaña serían los mejores pilares en los que apoyarme, auténticos salvavidas a los que agarrarme en los momentos difíciles. Sólo no hubiese tenido opción. ¡Gracias Equipo!

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Antonio Centeno, Miguel Angel Herrera, Javier del Alamo, Lesmes Molinero, @69vagamundos (Feranando R. Ortega), Abel Ruiz, Carlos Llano, @zampus (Pedro), @kaikuland (Raul) y Oscar Fernandez


Así que por fin llegó el viernes. En el cajón de salida nos amontonábamos los corredores, muchos parecían auténticos gladiadores, musculados, depilados, disfrazados con artilugios de los más diversos. Mi mujer me mandó un mensaje que me llegó a lo más hondo y me dió un subidón tremendo; estaba nervioso, eufórico, exultante, con ganas de comerme la montaña.

A las 23h salimos, partimos bastante retrasados y nos íbamos parando cada vez que el camino se estrechaba. Subimos la Maliciosa juntos, yo subía detrás de @kaikuland que ya apuntaba maneras de auténtica cabra montesa, corriendo mucho más a gusto por fuera del camino que por el mismo. Coronamos la Maliciosa sin enterarnos de lo fuertes que íbamos, pero hicimos una parada técnica arriba y nos terminó de adelantar otro grupete más de corredores. La bajada era muy técnica, iba detrás de Oscar cuando le ví caer con un revolcón que terminó de parar con la cara. Evaluamos daños, a pesar de lo aparatoso no le dolía la cara, sino el tobillo. Esto nos obligó a ir con mucho cuidado hasta que poco a poco se le fue colocando. Siguió en carrera pero #todosuma y cualquier fallo en una carrera como ésta puede hacer desbordar el vaso, como al final ocurrió cuando tuvo que parar en la Granja. Estos son los luchadores que realmente se merecen la medalla.

Las vistas eran espectaculares, una serpiente de luces rojas y blancas recorría la cresta de las montañas mientras la gran ciudad dormía a nuestros pies. Nos sentíamos especiales, nos sentíamos grandes en busca de nuestra meta. Esa noche éramos los auténticos Reyes del Mundo.

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Llegué al segundo avituallamiento, km 38, en el último grupo con Javier y Abel. Todo iba más o menos en orden hasta que preguntamos la hora: eran las 6 menos 3 y el corte era a las 6. Nos recorrió un halo de angustia, tocaba la subida a la Morcuera donde teníamos que darlo todo para alejarnos de los tiempos de corte. Le dije a Abel que salíamos ya, él contestó que iba a comer un poco y luego nos cogía. Qué distintos somos, no me quedo yo sólo en esas circunstancias ni loco. Así que cogimos Javier y yo y tiramos con fuerza para arriba por la pista. Ahí empezó a amanecer y con las primeras luces el primer gran bajón. Iba caminando mientras soñaba perdiendo a Javier, paré un poco y comí algo. Enseguida recuperé las fuerzas y empecé tirar, cogimos a Óscar que se había descolgado del grupo de delante y lo estaba pasando realmente mal. Nos dijo que siguiésemos, que ya le volverían las fuerzas. Por fin llegamos al avituallamiento de la Morcuera y ahí estaba el resto del equipo. ¡Bien! ¡Ya estaba a Salvo!

Comí algo rápido y salí detrás del grupo que acababa de partir; le dije a Javier que se viniese pero se quedaba a coger fuerzas y esperar al resto. Más tarde las ampollas le pasaron factura. En la bajada de la Morcuera me fuí con Fernando y Miguel A; bajamos corriendo parándonos sólo porque la rodilla de Miguel A empezaba a resentirse. En Rascafría hicimos una parada técnica en el polideportivo, comimos y revisamos el móvil. ¡Qué barbaridad! Cuántos ánimos, cuánta gente pendiente apoyándonos. ¡Así da gusto! Salimos otra vez con Fernando y Miguel A hacía el puerto del Reventón y Peñalara. Fernando nos llevó en volandas toda la subida al Reventón, pero cual fue nuestra sorpresa que al coronar la cima, apareció Carlos Llano. Había apretado en la subida y nos había dado caza. ¡Grande Carlos! no podía correr pero si subir rápido, llevaba 52 muescas en el dorsal sólo en esta subida.

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Camino de Peñalara, de nuevo un paraje espectacular. Estábamos llegando a nuestra tercera cima, todas las montañas y el valle del Lozoya aparecían a nuestros pies. Conquistar Peñalara costó mucho más de lo planeado. Cuando pensabas que habías coronado, enseguida mirabas para arriba y veías gente escalando unos picos a lo lejos, así hasta cuatro o cinco veces.

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Después de Peñalara empezó una bajada muy técnica de 2 km, seguida de 10 km más llevaderos hasta la Granja. En los 2 km técnicos, toda una delicia ver bajar a @kaikuland y @Zampus; éstos nos tienen que enseñar a bajar, parecía que iban esquiando entre las piedras. Luego yo cogí la cabeza y empecé a correr hasta la Granja, sabiendo que estaba Rocío y los niños esperándome. La bajada fue muy dura, los voluntarios, que sembraban todo el recorrido y que no se cansaban de animarnos, sólo pecaban de una cosa y es que en su afán de darnos ánimos cuando les preguntabas por lo que quedaba, te recortaban distancias. Cuando no terminabas de llegar, te daban los mil males y es que llevamos 80 km en las piernas. Finalmente cuando vi aparecer a Rocío a lo lejos y a Lesmes Jr. correr a mi lado, se me saltaban las ánimas. Qué cara no traería, que me cogió uno de la organización y me dijo que no podía seguir, que había acabado mi carrera.

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Yo le decía a Rocío que lo dejaba, que nos íbamos a cenar a Segovia y que se había acabado. Descansé, me quite las zapatillas y comí mientras Rocío me masajeaba los pies y los peques jugaban conmigo. Hay cosas que no tienen precio, porque el pie no había por dónde cogerlo, solo tenía blanco el hueso del tobillo que al rozar con la zapatilla se había limpiado. Poco a poco fueron llegando los compañeros del equipo, mi cabeza en este día. Yo me fui encontrando cada vez mejor, así que como no podía ser de otra manera, retomamos los últimos 30 km en un grupo de 5: @zampus, Fernando, Miguel A, Carlos Llano y yo.

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Los 12 primeros kms íbamos al lado del río Eresma: todo un lujo, marco incomparable, temperatura ideal y metiendo los pies en el río hasta las rodillas. El único problema es que las fuerzas empezaban a flaquear y no podíamos ir a más de 4 km/h. Los 12 km que había hasta la casa del Pescador, algo que estando fresco puedes hacerte en menos de 1 h, tardamos 3 horas. Todo esto iba restándonos fuerzas, muchas horas de pie, muchas horas entre comidas. Así empezamos la subida a Fuenfría; al principio una subida tendida y al final, ya de noche, unas palas tremendas del 20% de desnivel que no se acababan nunca. Miguel A. tiraba del grupo en la subida, sabedor que en la bajada iba a sufrir con la rodilla.

Cuando culminamos, yo era ya el último de los cinco, iba haciendo la goma descolgándome unos metros. Cogimos el camino Smith y algo no iba bien. Intentaba concentrarme en lo que estaba haciendo pero la cabeza se me iba, hasta que me asusté de verdad. Llevaba unos segundos con mi mente viéndome en mi habitación arropado con unas suaves sábanas, mientras mi cuerpo deambulaba por la Sierra; así que en un último atisbo de cordura, pegué un grito “Pedro” (nombre de @zampus en la vida real) y me tiré a un lado. El grupo se paró,  @zampus me ofreció su agua y con muchos ánimos y un gel salvador pude remontar y coger fuerzas de nuevo. Fuerzas que ya me acompañarían hasta el final. En esta última parte, @zampus era el que iba más entero; era muy buen conocedor de toda esta zona donde suele entrenar y se había convertido en el líder del grupo, en el guía que nos iba a sacar de ese atolladero, en el Sherpa que vigilaba y llevaba perfectamente alineados a sus 4 zombis. Puso sus reglas: nada de pensamientos negativos, prohibido hablar de dolores y lesiones, sólo de cosas agradables, venga “una subida, un giro, una última subida y ya llegamos”. Y llegamos... En Navacerrada estaba el último avituallamiento. Comimos bien, Carlos veía pan con tomate y Champagne donde no había nada parecido. Un viejo reconvertido a las ultras en esta última etapa de su vida, vino con mucho humor y con todo esto y 3 bocadillos que me zampé nos preparamos para los últimos 2 km de subida y ocho de bajada. Miguel A. tenía que parar cada pocos metros, lo cual nos hizo alargar la bajada; iba con el rictus serio, sin conversación incluso ya cuando íbamos en llano. La rodilla le estaba pasando más que factura, pero ya estábamos ahí, ya veíamos las luces del pueblo.

Cuando estábamos a 4 km, mandé un mensaje a Rocío pero no tuve contestación; estaría durmiendo plácidamente en casita. ¡Vaya! con todos los que están aquí expectantes animándonos con los whatsapp. Cuál fue mi sorpresa al llegar a meta y verla radiante esperándome desde hacía ya más de cinco horas. La sensación era de lo más intensa, ¡lo habíamos conseguido! Estábamos exhaustos pero todo eran sonrisas y nos fundimos en los más sentidos abrazos.

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Agradecer al grupo de runner de TorreSanos por todo su apoyo: Marivi, Carmen, Esther, Eva (Staff en la Granja), Ana (Staff en Navacerrada), Marta (super Staff),  Pablo, Daniel y Nando. A mis hermanos: Pablo, Henar, Froila y Olalla. A los compañeros del trabajo que me fueron siguiendo y animando por el endomondo durante las 28 horas. En especial, al núcleo duro familiar con Rocío al frente, que me han soportado durante todo estos días de entrenamientos vespertinos y nervios acumulados.

Toda una experiencia, una locura que ha superado cualquier expectativa de lo que puede ser un acontecimiento deportivo, algo que me ha permitido conocerme mejor a mí mismo y conocer a un grupo de personas estupendas y con las que ya tengo algo más que una amistad.

¡Ya soy finisher de la GTP2013!

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Aquí tenéis la ruta del Endomondo en 2 Tramos. Gracias a Angel Sánchez por la extensión del cargador (Intenso), gracias a él el móvil aguantó las 28 h de Carrera

http://www.endomondo.com/workouts/209229883

Recomiendo leer la crónica de Fernando @69vagamundos

http://www.fernandortega.com/gtp13-cronica-conquista-2279948

La de Oscar, el presidente del club

http://llevamepronto.com/2013/07/03/el-camino-acertado/

La de @zampus

http://llevamepronto.com/2013/07/03/mi-cronica-del-gtp110-gran-trail-de-penalara-2013/

la de @kaikuland

http://kaikuland.com/2013/07/01/gran-trail-de-penalara-110km/

9 comentarios:

  1. […] (http://www.fernandortega.com/gtp13-cronica-conquista-2279948), la de @osfernand y la de Lesmes http://llevamepronto.com/2013/07/09/mi-primera-ultra-gtp-110-2013-gran-trail-penalara. Aquí iré poniendo los enlaces de las crónicas de mis compañeros de equipo para que podáis ver […]

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  2. Descomunal Lesmes. ¡Bravo!

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  3. Bueno todo esto sin saberlo? ¡¡Descomunal!! Y emocionante todo el relato Ten cuidado por ti y los peques

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  4. Enhorabuena, Lesmes, se nota que Rocío te ha inculcado la cultura del esfuerzo de los Sáenz.
    Firmado Angel Sáenz (el suegro)

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  5. Si el suegro te dice eso, ya puedes estar orgulloso!! Bravo Lesmes! Aunque el mérito sea de los Sáenz, jajaja.

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  6. Lesmes!! toda una MÁQUINA. Si Señor!!!!
    Enhorabuena
    bss

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  7. Lesmes,

    ahora que ya no eres mi jefe puedo decirte que estás un poco loco para marcarte una GT con menos de un mes de preparación, ¡cómo envidio esos genes africanos que tienes! Enhorabuena por conseguirlo y por el relato tan emocionante.

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