sábado, 27 de octubre de 2012

En busca del gran hongo, el foie de bosque, boletus edulis con @kaikuland

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Por @zampus

Hace unas semanas nos lanzamos al abismo nocturno con lluvia, viento y frío. Esa fue mi primera subida a Peñalara (puedes leer el post aquí “Peñalara nos puso a prueba, pero la hicimos”) con el gran @kaikuland, ayer 26 de octubre de 2012, tuve el honor de salir en busca del gran hongo, el foie de bosque, el boletus.

Eran las 7.30 am de un viernes otoñal. La previsión meteorológica era como para quedarse en casa, pero una vez más, kaikuland y yo quedamos y eso “va a misa”. Esta vez, llevo lentillas, buen equipo impermeable y un termo con té calentito. Puntual nos encontramos, encendimos los frontales preparamos todo y comenzamos la marcha. La idea de kaikuland era subir a la laguna de los pájaros y de allí, bajar a la vertiente segoviana para explorar un bosque de pinos que había localizado en su ratoneo por mapas de la zona. Llenamos los botes de agua en la primera fuente que encontramos y seguimos subiendo con buen ritmo. 

 

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Comenzó a amanecer y aún no había caído una gota de agua. Las previsiones son sólo eso, previsiones. Pero aún fue más increíble, empezamos a ver claros, eso no lo esperábamos. Llegamos a la laguna de los pájaros con sol, un sol débil que calentaba poco pero que nos regalaba unas vistas impresionantes del valle de Lozoya con un mar de nubes flotando frente a nosotros. Esto era un plus, pensábamos que tendríamos lluvia desde el inicio hasta el fin y poca visibilidad. Así es que, nos sentamos en unas rocas y con la vista perdida en el mar de nubes nos sentamos y compartimos el termo de té charlando pausadamente, disfrutando del momento.

 

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Recogimos para no quedarnos fríos y comenzamos la bajada por un PR que va hasta La Granja de San Ildefonso. Al rato dejamos el sendero y nos adentramos en un bosque de pinos repoblado, una zona llena de monte bajo, piornales cargados de agua que te empapan al pasar por su lado, ramas bajas, raíces, pero nada de hongos... 

 

Dejamos esa zona y nos metimos en un bosque de pinos viejo buscando un riachuelo, buscando humedad, tratando de imaginarnos dónde les gustaría morar a esos hongos caprichosos. Allí los hongos no aparecían pero yo estaba totalmente cautivado por la belleza del bosque con pozas, barrizales, agujeros abiertos a los que te asomas y ves ríos subterráneos y oler el bosque por dentro, beber agua pura. Aunque esas zonas son frecuentadas por seteros, tienes la sensación de ser una de las pocas personas que han pasado por allí desde hace tiempo.

 

Llevábamos 5 horas pateando, sin comer y bebiendo poco, ya se notaba el cansancio pero kaikuland es un auténtico perro trufero y eso de no encontrar ningún ejemplar le traía por la calle de la amargura. Así que trazó un nuevo plan, su cabeza no descansa, lleva ya tiempo seteando y sabe que los reyes del bosque pueden morar en el sitio más inesperado, por lo que es cuestión de tiempo, y mucho esfuerzo.

 

Sin un sólo boletus en nuestras cestas paramos a reponer fuerzas. Sacamos de las mochilas un salchichón ibérico y un chorizo picante, pan y las navajas, comida de pastores a 2000 metros de altitud y un frío que nos hacía tiritar mientras comíamos. 


 

Comenzamos a bajar ya camino al coche pero esta vez nos alejamos del parque hacia una zona que kaikuland tenía controlada, digamos que era el último cartucho que tenía disponible y de repente, junto al riachuelo, en el borde, tomando el sol estaban los reyes del bosque. No se si me hizo más ilusión ver los boletus o la euforia de kaikuland al verlos. Comenzamos a saltar de alegría, nos quitamos las mochilas y tirados en el suelo alrededor del rodal, kaikuland comenzó a explicarme las claves básicas para sacarlos, transportarlos, y demás con el objetivo de proteger al máximo el bosque, kaikuland es un amante de la naturaleza y esa se nota. Con mis primeros boletus en la cesta, sonrisa de oreja a oreja, la suerte nos empujó cuesta abajo hacia más boletus, aquello fue un festival, unos aquí, otros allá. Incluso encontramos un conjunto de boletus enterrados, y por tanto al no haberles dado el sol, estaban blancos inmaculados. Qué pasada...

 

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Para kaikuland comenzaba el día, después de 8 horas en el bosque, cansados pero no agotados, él hubiera seguido otras 8 buceando esa zona y recolectando boletus antes de que la patrulla de seteros domingueros arrasen durante el fin de semana. Pero yo ya no podía pedir más, un día soleado, sin frío, muy variado, con paisajes de ensueño, buceando en lo más profundo de los bosques de pinos viejos de La Granja, recolectar mis primeros boletus... ¿qué más se puede pedir? Al coche, nos cambiamos y en venta Marcelino repusimos fuerzas con una cerveza y un buen pincho de tortilla.

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Gracias kaikuland por la experiencia y gracias por los boletus, fileteados y salteados con aceite de oliva virgen extra @iloveaceite y sal y pan horneado en casa te hacen llorar de placer.

 

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